
¿Sabías que no hace falta escenario, ni focos, ni saberse un guión para hacer teatro? Lo único que necesitas es un poco de ganas, algunas emociones alborotadas y la capacidad de reírte de lo que salga.
El teatro no empieza cuando se abre el telón, sino cuando aparece el juego. Y para eso vale tu salón, el pasillo, la cocina… o el espejo, si te vienes muy arriba.
¿Quieres saber si esto del teatro es lo tuyo? ¿Te da curiosidad ver si tu madre, tus amigos o tu pareja tienen madera de actrices o actores? Entonces prueba estos 3 ejercicios. Son fáciles, divertidos y pueden convertirse en el mejor plan de domingo.
Y si después de lugar, te quedas con ganas de más… ¡En septiembre te esperamos en nuestras clases de teatro!
1. ¡Cambio de emoción!
Un clásico que nunca falla. Ideal para desbloquear el cuerpo y reírse fuerte.
¿Cómo se juega?
Os juntáis entre 4 a 8 personas y una improvisa una escena cotidiana: está cocinando, buscando su billetera, escribiendo un WhatsApp que no se atreve a enviar… lo que se os ocurra.
El resto hace de “director emocional” y grita una emoción cada un minuto:
- “¡Alegría!”
- “¡Tristeza profunda!”
- “¡Miedo nivel película de terror!”
- “¡Vergüenza extrema!”
- “¡Euforia nivel fin de año!”
Quien actúa tiene que mantener la acción pero incorporar de inmediato (¡sin pensarlo!) la emoción que le gritaron. Cuanto más ridículo, mejor.
¿Para qué sirve?
Para aflojar. Para dejar de pensar. Para entrenar el cambio emocional, la adaptación… y sobre todo para recordar que en teatro, como en la vida, todo cambia. Hasta mientras cocinas una tortilla.
2. La palabra prohibida
Este ejercicio es ideal para familias muy habladoras o grupos que aman competir.
¿Cómo se juega?
Eligen una situación (una entrevista de trabajo, una consulta médica, un campamento lleno de mosquitos) y una palabra que no se puede usar: “sí”, “no”, “yo”, “quiero”, “casa”… cualquiera.
Dos personas improvisan la escena sin decir esa palabra. Si alguien la dice, tiene un reto inmediato: cantar un bolero, caminar como un robot o contar un secreto absurdo. Extra tip: cada uno puede escribir retos en papelitos antes de empezar.
¿Para qué sirve?
Para entrenar la escucha activa, buscar formas creativas de decir lo mismo y, de paso, colapsar de risa cuando tu cerebro se niega a funcionar bajo una presión absurda. ¡Bienvenidos al caos teatral!
3. ¡Esto no es una cuchara!
El objeto es excusa. La creatividad es la reina del juego.
¿Cómo se juega?
Cada persona toma un objeto cotidiano y dice “Esto no es una cuchara, ¡es…!” y lo convierte en lo que quiera: una varita mágica, una antena para hablar con alienígenas, un micrófono para cantar en Eurovisión… y lo actúa unos segundos.
Regla de oro: no se puede repetir idea. Si repites o te quedas en blanco: reto. Y sí, los retos siempre mejoran el juego.
¿Para qué sirve?
Para despertar la imaginación dormida, para soltar el pensamiento literal y para entrenar esa capacidad tan teatral de transformar todo con la mirada.
¿Te animas a jugar? Si después de esto descubres que tu abuela es mejor actriz que tú, cuéntanoslo. Y si tu escena fue digna de aplauso, etiquetanos en Instagram @wowcuentaloya.
En WOW Cuéntalo Ya, jugamos en serio… ¡y nos lo tomamos con humor!